Como ya viene siendo una costumbre en nuestra pequeña comunidad, cada cierto tiempo nos gusta echar la vista atrás y reflexionar sobre el hacia dónde nos dirigimos y en qué momento estamos en esto que llamamos el coleccionismo de videojuegos clásicos. Lógicamente, todo lo que vais a leer es una opinión personal, la cual podéis o no compartir, y sobre la que nos gustaría escuchar lo que vosotros pensáis al respecto, estaremos encantados de leeros en los comentarios. 

Los que lleváis ya tiempo en este mundillo seguro que lleváis años escuchando hablar de la famosa “burbuja del retro”. Si la memoria no me falla, diría que la primera vez que oí esa expresión fue en torno al año 2010. Veníamos de tiempo en el que comprar videojuegos clásicos era algo considerado “de frikis” y que apenas tenía relevancia más allá de los foros o grupos de gente especializados. Fue precisamente en la primera década del nuevo siglo donde muchas de las grandes colecciones de hoy en día se forjaron, consiguiendo juegos a precios que actualmente son impensables. 

Cabe destacar que la industria del videojuego es aún un sector relativamente joven, y es normal que hasta pasados unos años de su introducción en la sociedad no surgiera a su alrededor una escena coleccionista como tal. Viendo la situación con la perspectiva del tiempo, no es difícil comprender que, tratándose hoy de la industria del entretenimiento con más seguidores y que más ingresos genera (superando incluso a la música y el cine juntas) era completamente normal que finalmente terminase asentándose.

Lo que muchos nunca imaginamos, entre los que incluyo, es que con los años nos encontrásemos en la situación en la que estamos hoy en día. Si bien yo soy de los que defiendo que “la burbuja” no va a explotar -sí que creo que llegará un momento en el que el mercado se calme, pero dudo mucho que pegue un bajón importante- no pensaba que llegaríamos a ver los precios que se están pagando por algunos juegos en la actualidad. Está ya más que hablado que en todo mercado donde se comercia con objetos o bienes limitados, como pueden ser los videojuegos clásicos, el precio lo marca la ley de la oferta y la demanda. No vamos a hablar hoy de la rareza o la escasez de algunos títulos o sistemas, eso da para otro post, pero todos los que estamos metidos en este mundillo conocemos bien aquellos juegos raros por los que se están pagando auténticas burradas, en algunos casos incluso el doble o el triple de lo que se pagaba hace no más de un año.

Buscando culpables: reventas, youtubers… o los propios coleccionistas

¿Hay culpables en esta situación? No son pocos los que culpan a los famosos “revendedores” o “especuladores” de la subida de los precios. No seré yo quien defienda este tipo de prácticas, pero lo que está claro es que para que un revendedor haga negocio vendiendo un juego por encima de su precio, tiene que haber un comprador o coleccionista que le pague lo que pide por el, por lo que la solución a este problema sería bien sencilla, no comprar a estos vendedores. Otros culpan a los “YouTuber” o “influencers” que se dedican a compartir videos de compras, precios o cualquier cosa relacionada con el sector -quien no ha escuchado hablar en los últimos días sobre el famoso video de El Rubius comprando retro-. De nuevo, es buscar culpables en el lugar equivocado, pues este tipo de gente simplemente está generando un contenido para usuarios que lo demandan. ¿Que habrá alguien que se sume al carro del coleccionismo porque su “influencer” favorito ahora compra retro? Se puede dar el caso, pero creo que incluso es menospreciar a nuestra afición si pensamos de esa manera, pues el coleccionismo de videojuegos clásicos tiene el suficiente atractivo como para no depender de este tipo de gente para engancharnos. Y aquí es donde quería llegar.

Lo fácil es buscar culpables de la escalada de precios, pero muchos no se paran a pensar en una cosa, y es que los culpables somos nosotros, los propios coleccionistas. Cada vez es más gente la que se está sumando al coleccionismo, muchos dicen que es una moda, pero no, es algo que gusta, gusta mucho y cada día gusta más. Muestra de ello es que las propias compañías han visto ya el tirón del mercado lanzando todo tipo de reediciones de sus famosas consolas en formato mini, relanzamientos de juegos, remakes, ventas de clásicos en sus tiendas digitales… todo vale para rascar el bolsillo del aficionado, además de ser algo que hace que a muchos les pique el gusanillo de volver a querer tener esos juegos de los que disfrutó en su momento. De nuevo insisto, somos nosotros los que compramos los juegos clásicos, los que cada vez hacemos que haya más demanda. Cada día se suma más gente a nuestra bonita afición, y en muchos casos son conscientes de que llegan tarde, y si además le sumas que muchos van con prisa por esa sensación de “si no lo compro hoy, mañana me costará más” fácilmente se llega a pagar más de la cuenta en compras que, con un poco de paciencia, habrían conseguido más baratas.

Todo esto va creando ese falso precedente de juegos vendidos por encima de su precio real de mercado, que desvirtúa el valor al que muchos de esos títulos se deberían vender. Al final, la suma de todas estas situaciones están normalizando de una forma u otra la escalada de precios, incluso vemos casos en los que a algunos les parece “guay” alardear de lo caro que han pagado según qué titulo. Todo vale en estos tiempos de postureo y redes sociales. Como es lógico, en cualquier sector donde se mueva dinero, siempre van a aparecer oportunistas esperando aprovechar la situación sacar un beneficio de forma fácil, y el mundo del videojuego clásico no iba a ser menos. Es ya demasiado habitual encontrarnos en las plataformas de compraventa siempre a los mismos vendedores que tienen gran cantidad de material a precios que pueden parecer irreales o completamente fuera de mercado pero, por suerte para ellos, venden. De nuevo volvemos a lo mismo que comentábamos líneas más arriba, si esos usuarios no vendieran a esas cantidades, se verían obligados a bajar los precios.

Repros, reproducciones o falsificaciones, el nuevo jugador que ha venido para quedarse

Por otro lado, hay “un nuevo jugador” que ha entrado en escena en los últimos años, y se trata de las famosas “repros”. Es evidente que las repros -o falsificaciones, si llamamos a las cosas por su nombre- no son algo nuevo, llevan por desgracia mucho tiempo ya entre nosotros, pero si que es cierto que desde hace no demasiado se está viendo una normalización de las mismas en muchos grupos o entornos, especialmente entre gente que lleva poco tiempo en el mundillo del coleccionismo y las ve como la vía rápida de acceso a títulos que, ya sea por rareza o por precio, les son inaccesibles. 

Aunque pueda parecer una tontería, más allá del dilema moral -y legal- que supone todo lo relacionado con las repros, están también consiguiendo ser una gran fuente de desinformación y engaño para muchos de estos nuevos usuarios, que compran estas falsificaciones sin saber en ocasiones muy bien si lo que están comprando es un juego original o no, a parte de una vez más llevar a equívocos en algunos aspectos como si ciertos títulos llegaron o no traducidos a nuestro idioma, textos en cajas y manuales, y un largo etcétera. Por mucho que algunos lo quieran pintar como tal, las repros no son ni muchísimo menos “la solución” al problema de la especulación o de los precios en el mundo del coleccionismo, todo lo contrario, a la larga son y serán un problema más del que nos tendremos que preocupar.

Sea como sea, a muchos de los que hemos vivido los años en los que se podían comprar videojuegos clásicos casi “al peso” esta situación es lógico que mínimo nos llame la atención, y entiendo que a muchos les moleste y les haga replantearse su forma de ver el coleccionismo. Pero hay que ser realistas, el sector ha crecido y seguirá creciendo, para bien o para mal. Está ya más que demostrado que el coleccionismo de videojuegos es algo que ha venido para quedarse, la moda no va a pasar, y por desgracia, la burbuja no va a explotar. No nos queda otra que disfrutar, seguir disfrutando como lo hemos hecho durante tantos años, coger un buen bol de palomitas, unas tostadas hasta arriba de nocilla y sentarnos a ver qué nos depara el futuro de esta bonita afición que nos une.

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