¿Por qué es importante decir las cosas por su nombre? Por algo muy sencillo. Hablemos del ocio en el coleccionismo de videojuegos. 

Por un porcentaje muy pequeño de usuarios, es sabido que llevamos dos días con un debate en Twitter la mar de divertido en los que, sin querer ahondar demasiado en ciertos ataques, ha quedado bien claro que hay dos posiciones: repros sí, repros no. Algunas personas, por algún motivo, correlacionan el «repros no» con algún tipo de elitismo o, por qué no llamarlo así, sectarismo. Y los tiros no van por ahí. El «repros no» es por algo muy simple, la preservación del medio de forma legítima en su mayor medida. ¿Eso significa que se señale con el dedo aquellas personas que compran esos productos? Creo que está claro que no, no va por ahí la cosa. Personalmente hablando, ¡suficiente tengo con mi vida como para meterme con la de otros! 

Simple y llanamente, tengo (tenemos, incluso diría, pero hablaré en primera persona) una visión del coleccionismo donde entiendo que introducir en el mercado un trozo de cartón donde se usan logos o marcas com copyright con ánimo de lucro sin pagar royalties, pues está feo. Por no contar que eso puede terminar en el mercado de tapadillo, sin avisar, y algún novato caiga en el engaño y se encuentre con que le han colado algo ilícito (y a un precio desorbitado). Eso, pese a quien le pese, es un problema.  

También obliga a los que queremos tener todo totalmente original a hacer un estudio antes de comprar según qué juego. Sospechar de un juego por estar en muy buen estado, no es divertido, y empaña el hobby. Dicho lo cual, es preciso tener presente qué consecuencias tiene una reproducción en esta afición, sea para «consumo propio» o para lucrarse con ello. Ojo, que critico el acto, no quién hay detrás. 

Pero hablemos de jugar. Suelo leer que se compra la reproducción porque todo el mundo debe tener el derecho para jugar algo descatalogado. Cuidado con esa afirmación; coleccionar es un lujo, y jugar no es un derecho, pese a quien le pese. 

Pero tenemos una gran baza: la emulación y los flashcard. Y sí, sé que es un doble rasero curioso, ya que es una actividad totalmente ilegal si no se tiene el juego original y también debería estar penado por ley. Pero hay una diferencia importante: el ánimo de lucro. En el caso de la emulación o la carga de roms en cartucho flash, al descargar una ROM, no hay nadie que se esté lucrando de ello. Como mucho, la web que aloja dichos archivos con su publicidad… Y Nintendo ya se ha encargado de tumbar unas cuantas. 

Por lo tanto, nadie, NADIE, dice que no podáis jugar sin tener el original. Yo mismo tengo flashcard y no lo cambio por nada, ya que me permite experimentar títulos que, de otro modo, no hubiera podido jugar. Son fantásticos. Y copón, antes de tener mis Final Fantasy, los jugué emulados en una PSP. 

¿Defiendo la piratería? No necesariamente, ya que es algo con lo que tampoco comulgo, pero no me queda más remedio que recurrir a ello si me apetece jugar a Earthbound en una SNES porque mi poder adquisitivo no llega a tal nivel. Que todos y todas tenemos que pagar facturas. ¿Significa eso que está al mismo nivel descargar una ROM que crear una caja, manual y cartucho con logotipo de una empresa con copyright? Creo que no, no lo está.

¿Cuál es la síntesis? Algo muy simple: jugad, por el amor de Mario, Sonic, Alex Kidd o del personaje que adoréis. Preservad el medio usándolo, viviendo cada fase, conociendo las y los autores detrás de cada título e investigando su historia. Pero comprended, también, que hay personas que nos quedamos con la emulación y las ROMs, y que rehusamos las reproducciones porque lo consideramos contenido ilegítimo. Amamos los videojuegos tanto como vosotros pero, además, queremos que su formato físico se preserve legítimamente. Y ahora dejémonos de riñas y juguemos. Que la vida es breve como para estar de morros. Un saludo, ¡y feliz día!

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