La generación de los 16 bits (conocida como la “cuarta generación”) es, por méritos propios, una de las épocas más recordada por muchos de los jugadores que tuvimos la oportunidad de vivirla. Fueron varias las plataformas que lucharon por ocupar los salones de millones de usuarios a finales de los 80 y principios de los 90. Algunas como PC-Engine (NEC, 1987) o Neo-Geo (SNK, 1990) no gozaron de gran popularidad en nuestro país, pese a contar con un catálogo envidiable; pero otras, como Super Nintendo (Nintendo, 1991) o Sega Megadrive (SEGA, 1988) cosecharon un éxito sin precedentes.
Como muchos recordaréis, no era habitual tener más de una consola de la misma generación en aquel momento (y si alguno tuvisteis esa suerte, e incluso de disfrutar de una Neo-Geo en casa, mi “yo de hace 25 años” os envidia profundamente) lo normal era decantarse por una u otra plataforma, y una vez habías tomado la decisión, no había vuelta atrás, era como el equipo de fútbol. Eso provocó cientos, miles de disputas en patios de colegio, institutos, y barrios de todas las ciudades españolas, disputas que muchos recordareis con cariño. ¿Cuál era mejor, Super Nintendo o Megadrive? Hoy, pasados ya años, y con una visión global más objetiva, puedo decir sin duda alguna que Megadrive era la mejor, que fue la que yo tuve.
Sega Megadrive
Sega Megadrive llegó al mercado Europeo en noviembre de 1990, preparada para arrasar en la campaña navideña. Con un precio inicial de 39.990 pesetas (240€ al cambio, aunque realmente estaríamos hablando de unos 600€ actuales) cosechó muy buenas ventas desde el primer momento, en parte debido al éxito de su predecesora, la Master System.
Para el hardware de la consola, SEGA aprovechó su dilatada experiencia en salones arcade y adaptó una de sus placas más exitosas, la Sega System 16. Con un procesador Motorola 68000 (que corre a 7,61 MHz) y 64kb de memoria RAM, muy lejos de las especificaciones a las que hoy estamos acostumbrados, fue capaz de mantenernos pegados a la pantalla durante años, en gran parte, gracias a la creatividad y buen trabajo realizado por SEGA y al resto de compañías desarrolladoras, que nos legaron un catálogo de casi 900 juegos que deleitaron a los cerca de 40.000.000 millones de usuarios que apostamos por la consola de SEGA en todo el mundo (incluyendo las versiones licenciadas por SEGA distribuidas por terceros).
Fueron muchas las compañías que dejaron juegos para el recuerdo, entre otras, Konami, Capcom, Acclaim, Accolade, Electronic Arts, Disney, Virgin… y como no, la propia SEGA. Pero si entre un catálogo tan amplio como el de la Megadrive tuviera que destacar una saga, sería sin duda Sonic. La primera entrega del erizo azul fue el juego con el que muchos estrenamos ya no sólo nuestra nueva consola, si no la nueva generación.
Sega Mega-CD (1993)
Pese a dominar el mercado durante los primeros años de la generación de los 16 bits, el lanzamiento por parte de NEC de un add-on que añadía CD-ROM a su PC-Engine (con buena acogida, principalmente en el mercado Japonés) pero sobre todo, el creciente éxito de la Super Nintendo a nivel mundial hizo que SEGA pusiera toda la carne en el asador con el Sega Mega-CD, e intentar con ello devolver a Megadrive el terreno que estaba perdiendo frente sus competidoras.
El Mega-CD fue lanzado en Japón a finales de 1991, aunque no llegó a nuestro país hasta 1993. La principal mejora que aportaba a nuestras consola era una mayor capacidad en el soporte de los juegos. Los cartuchos de Megadrive, por lo general, no solían sobrepasar los 16 mb de capacidad (con algunas excepciones, como Super Street Fighter II, que llegó hasta los 40 mb) y gracias al CD-ROM, se multiplicaba con creces, lo que abría un amplio abanico de posibilidades.
La inclusión de vídeos, sonidos o melodías con calidad CD era algo a lo que no estábamos acostumbrados en la época. Además, aportaba un plus de potencia a nuestra consola, que hacía posibles conversiones del arcade como Final Fight CD, considerado por muchos el mejor port a consola doméstica de la mítica franquicia.
Aunque Mega-CD había cosechado buenas ventas en Japón y Estados Unidos, su llegada a Europa no cumplió las expectativas de SEGA. Su elevado precio (unas 50.000 pesetas en nuestro país, un buen pico por aquel entonces) y la falta de lanzamientos que disparasen las ventas de la plataforma hizo que no sobrepasara el millón de unidades vendidas en territorio europeo, pese a que la Megadrive gozaba de muy buena salud.
Sega Megadrive 32x
Para SEGA, Megadrive había sido su mayor éxito hasta la fecha, y no querían dejar pasar la oportunidad de alargar su vida el mayor tiempo posible, aunque ello le costara uno de los fracasos más sonados de la historia de los videojuegos, el Sega 32x. Este peculiar accesorio, lanzado al mercado a finales de 1994, prometía convertir nuestra consola en una plataforma de 32 bits, duplicando así la potencia de la Megadrive.
Enfocado al desarrollo de juegos en 3D, en pleno auge en la época, recibió algunos títulos destacables como Doom, Star Wars Arcade, Virtua Fighter, Space Harrier o Virtua Racing Deluxe. Pero esto no fue suficiente para compensar su elevado precio (unas 40.000 pesetas) y lanzar sus ventas, sobre todo, teniendo en cuenta la inminente llegada de la nueva generación de consolas, Sony Playstation y Sega Saturn, que desembarcarían en territorio europeo en apenas unos meses, entrado ya el año 1995.
Se calcula que las ventas totales no llegaron a superar las 750.000 unidades a nivel global. Debido a ello, fueron pocas las compañías que decidieron apostar por él, decantándose por desarrollar juegos para la nueva generación, por lo que su catálogo apenas alcanzó los 40 títulos, muchos de ellos remakes de juegos de Megadrive con pequeñas mejoras.
SEGA nunca igualaría el éxito que consiguió con Megadrive. Sus posteriores lanzamientos, primero Saturn, que perdió la batalla contra PlayStation de forma clara, y tras ella Dreamcast, lanzada quizá demasiado pronto al mercado, hicieron que SEGA abandonase el mercado del hardware doméstico y quedase convertida en una third-party mas. Aún hoy me sorprende ver a Mario y Sonic compartiendo un juego, pero aún me sorprende mas el poco respeto con el que la propia SEGA ha tratado algunas de sus licencias. Ver en el mercado productos de baja calidad (como algunas de las decenas de portátiles multijuegos que existen) con licencia oficial de SEGA es una lástima.
Espero que aún no esté todo perdido, y algún día SEGA vuelva al lugar que le corresponde y que ella misma se ganó en la historia de los videojuegos. Al menos, noticias como la del próximo lanzamiento de Sonic Mania nos hacen mantener la esperanza.
No olvides seguirnos en nuestro perfil de facebook o también a través de nuestra cuenta de twitter si no te quieres perder más artículos como éste y estar al corriente de las últimas noticias del mundo de los videojuegos clásicos.
29 agosto, 2016 a las 9:14 am
Que buenos recuerdos me ha traído leer el reportaje. Yo claro era de los que tenia una Megadrive y criticaba a todo el que tenia la Super Nintedo, que tiempos!
29 agosto, 2016 a las 9:23 am
Gracias Carlos, de eso se trata, de evocar buenos recuerdos y no olvidar aquellas consolas que marcaron nuestra juventud. Lo bueno que hoy, no tenemos que decidirnos por una u otra consola, y podemos disfrutar de ambas. ¿Quien no recuerda con cariño esas peleas por ver que consola era mejor?
30 agosto, 2016 a las 4:18 am
Estupendo artículo señor Lolezno.
30 agosto, 2016 a las 8:44 am
Gracias compañero, un placer verte por aquí! Se que un amante de los 16 bits como tú sabe apreciar el legado que una consola como la Megadrive ha dejado en nosotros.
7 septiembre, 2016 a las 3:14 pm
Muy interesante, yo siempre quise tener el megacd pero me quedé con las ganas en la época
7 septiembre, 2016 a las 4:41 pm
Pues aún estás a tiempo de hacerte con uno compañero, nunca es tarde para cumplir esos viejos sueños!