Ayer, día 19 de marzo, Google anunció de forma oficial lo que era un secreto a voces: presentó su nueva plataforma de juego en streaming Stadia. No contentos con eso, también dio a conocer que creará su propia división de videojuegos con la que pretende rivalizar con los pesos pesados del sector como Microsoft, Sony o Nintendo. Stadia, junto a PSnow (la plataforma de juego en streaming de SONY) son ya una realidad, una muestra en el presente de lo que nos depara el futuro del videojuego.
¿Significa el streaming el fin del sector tal y como lo hemos conocido hasta ahora? Como siempre, esto es una opinión personal, pero es una evidencia que, al igual que ha supuesto una revolución en otros sectores como el cine o la música, cambiará también nuestra querida industria del videojuego. No vamos a negar que las plataformas en streaming tienen ciertas ventajas, sobre todo de cara a la comodidad a la hora de jugar, pero pensando en los aficionados al coleccionismo (que no somos pocos) la balanza no llega a decantarse del todo hacia un lado u otro.
El fin de los juegos en formato físico
Sí, quizá sea esta la pregunta que a muchos de los que nos gusta acumular juegos en nuestras estanterías lleva tiempo rondando dentro de nuestras cabezas. La llegada del juego en streaming, ¿supondrá definitivamente la desaparición del formato físico? Quizá no quieras seguir leyendo estas líneas si ya te imaginas cual va ser la respuesta, pero es más que probable sea así. Para las compañías desarrolladoras son todo ventajas, ahorran en costes de producción, distribución, pagos a terceros… más dinero para su saco.
Y ojo, esto no sólo implica que desaparecerán los juegos en formato físico, si no también supondrá una gran revolución en las tiendas y grandes cadenas de distribución que conocemos actualmente. Ya no sólo por que se dejarán de vender los juegos, si no por que no dentro de tanto tiempo también desaparecerán las consolas tal y como las conocemos ahora. Para jugar en streaming no es necesario disponer de una consola como tal, puede jugarse prácticamente desde cualquier plataforma que disponga de conexión a internet, por lo que dejará de tener sentido para las compañías el seguir desarrollando ese hardware.
Los más jóvenes que lean estas líneas quizá ya ni lo recuerden, pero hace apenas unos años podías encontrar en casi cualquier ciudad o pueblo de mediano tamaño videoclubs o tiendas de música, donde comprar o alquilar las últimas novedades en música o cine. Hoy son ya un mero recuerdo de un pasado donde fijarnos hacia dónde puede dirigirse la industria del videojuego.
Preservación del legado del videojuego
Después de esta reflexión un tanto catastrofista, queremos centrarnos ahora en el lado positivo que puede traernos este gran cambio que se avecina. Al igual que plataformas como Netflix o Spotify nos ofrecen sus servicios a cambio de una cuota mensual, es normal pensar que, el sector del videojuego irá por el mismo camino. Y nos gusta pensar que, con el tiempo, este tipo de plataformas no sólo albergarán las ultimas novedades del sector, si no que se convertirán en bibliotecas donde poder repasar la historia del videojuego de forma sencilla y sin tener que pelearnos con configuraciones, emuladores, etc.
Esto puede ser una gran forma de divulgar la cultura e historia del videojuego entre las nuevas generaciones, y poner en valor aún más la importancia de preservar el legado que la industria nos ha dejado en sus ya 50 años de historia. Aunque habrá que ver si a las compañías les compensa mantener ese material en su catálogo, sea como sea, queremos pensar que así será.
La democratización del videojuego
Otra de las ventajas que nos traerán este tipo de plataformas es precisamente la desaparición del hardware tal y como estamos acostumbrados en la actualidad. De primeras, puede no parecer una mejora propiamente dicha, pero si enumeramos las ventajas que esto nos ofrece (más allá de prescindir del formato físico, algo que a los coleccionistas nos duele) la cosa no pinta tan mal. El juego en streaming nos permite jugar en prácticamente cualquier dispositivo que tenga una pantalla y conexión a internet, ya sea una televisión, smartphone, ordenador, videoconsola… sin preocuparnos de configuraciones de hardware como tendríamos que hacerlo ahora. ¿Qué significa esto? Pues básicamente que podemos jugar en nuestro viejo PC o en nuestro móvil a lo último que ha aparecido en el mercado, y a la mejor calidad de imagen, aunque eso si, siempre dependiendo de tener una buena conexión a internet.
Sí, hay que ser conscientes de problemas como el lag o la latencia que pueden producirse durante el juego, algo que si ocurre empeoran la experiencia de juego, pero hay que reconocer que lo visto hasta ahora promete bastante, y los problemas en este aspecto son mínimos y estamos convencidos que se mejorará en un futuro próximo.
Todo esto viene a decirnos que finalmente, cualquier usuario podrá tener acceso a lo último del sector sin preocuparse de qué consola tiene o de si funcionará o no en su ordenador o plataforma favorita. Todos esos procesos serán transparentes para el usuario, y éste sólo tendrá que preocuparse de jugar. Esto seguramente amplíe en gran medida el espectro de jugadores, pues a día de hoy mucha gente no quiere hacer la inversión en una nueva consola u ordenador enfocado al juego, algo que se acabará con la popularización de este tipo de servicios.
¿Y qué ocurrirá con el sector coleccionista?
Esto es posiblemente la parte más complicada de prever. Hay que reconocer que, aunque a los propios coleccionistas nos gusta poner en valor nuestra afición, de cara a la industria del videojuego somos una pequeña parte en sus cuentas a final de año. Sólo hay que echar un vistazo a las listas de los juegos más vendidos (y jugados) a nivel global para darse cuenta de a qué juega le usuario medio, además de poder ver que año tras año, las ventas en formato digital le comen terreno al formato físico, lo que justifica aún más el paso a las plataformas en streaming para la mayoría de usuarios.
Esto no significa que las tan de moda ediciones coleccionistas desaparecerán, al menos a corto plazo, pero personalmente creo que sí será habitual encontrar cada vez más algo que, muy a nuestro pesar, ya es común: las ediciones coleccionistas en las que no se incluye el juego en formato físico. Posiblemente nos venderán grandes cajas con impresionantes figuras, detallados libros de bocetos y demás parafernalia, pero no encontraremos el juego en ellas. Se incluirán tarjetas con códigos que nos aporten ciertas ventajas dentro del juego, nuevas armas o accesorios exclusivos para aquellos que hayan desembolsado su dinero en la exclusiva edición, pero repito, no encontraremos un disco o cartucho en ellas.
Se avecinan grandes cambios en la industria, el tiempo avanza rápido y casi sin darnos cuenta hemos pasado de soplar los cartuchos de nuestra querida Nintendo NES mientras sujetábamos nuestro bocata de nocilla a jugar desde nuestro dispositivo móvil a títulos en realidad virtual y una calidad de imagen asombrosa con gente de cualquier continente en tiempo real. Parece mentira, pero día a día se escribe una nueva página en la historia del sector del videojuego, y venga lo que venga, estamos deseando vivirla en primera persona, aunque eso sí, sin olvidar nunca el legado que nos ha hecho llegar hasta donde estamos hoy.
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